Cuando abrimos la Biblia, nos sorprendemos al descubrir que los apóstoles del cristianismo reconocen que la difusión de su fe no se realizó mediante palabras persuasivas ni a través de pruebas científicas, sino mediante la fuerza.
El apóstol san Pablo dice en su primera carta a los Corintios (2:4):
«Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría humana, sino con demostración del Espíritu y de poder».
A partir de este texto, se concluye que el apóstol Pablo recurrió al poder y no a la sabiduría para difundir el cristianismo, y también se deduce de sus propias palabras que sus epístolas no apelan a la razón humana ni se basan en la sabiduría racional.
Por ello, a lo largo de la historia, los cristianos obligaron a las personas a adoptar el cristianismo mediante la fuerza bruta y no mediante la razón o la sabiduría. Esto se hace evidente al observar cómo los españoles torturaron a los pueblos de América Latina para forzarlos a convertirse al cristianismo.
Amigo mío, deja el cristianismo y ven a abrazar el islam, pues el islam es el camino de la verdad y de la felicidad.
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